Los escritores buscan el silencio del retiro, de un alejamiento provocado y purificador. Para explicarse. O para comprender. O para recibir el rayo huidizo de la inspiración con el que iluminan el camino por el que avanzar erguidos y el curso que siguen las ideas y las líneas con las que cuentan lo que está más allá de lo que ven y más dentro de lo que sienten. Un lago en el bosque, una cabaña en lo alto de un acantilado, un balneario en la cima de un valle, un viaje en solitario… Por eso en sus libros atribuyen a sus personajes sus propias jubilaciones y se muestran apartados y en su propio recogimiento.
En algún momento siempre
entra uno de estos hombres y mujeres en estado de aislamiento en las lecturas
que escojo. Queriendo o no. Alguien que recuerda un lejano amor, o los capítulos
de una vida, o un talento malgastado. Alguien que escapa de sus semejantes y pone
orden a su biografía, que persigue respuestas fugitivas o el modo de encontrarse
a sí mismo. ¿En qué consiste si no la literatura?
No hay comentarios:
Publicar un comentario