Un mes ramplón, de lecturas censurables y olvidables (la mayor parte) pese a disfrutarlas a la intemperie.
Un experimento.
El de Laurent Mauvignier con Lo que yo llamo olvido, 50 páginas sin un punto en
un único párrafo. Un suceso mortal y bochornoso narrado caprichosamente de
corrido hasta la extenuación. ¿Es que no hubiera sido un relato más que digno (y
brillante) contado de forma más convencional?
Olvidemos estos
libros. Te llevaré conmigo, primer contacto con el joven y alabado autor
italiano Niccolò Ammaniti, observador costumbrista de historias cruzadas con
personajes arquetípicos sin brújula manipulados torpemente y sin control hacia
un desenlace abrupto y poco creíble. Y Juego y distracción, vanidosa nadería
del encumbrado James Salter: encuentros sexuales de una pareja que deambula por
Francia sin nada que hacer ni contar; torrentes descriptivos y postureo
meditabundo de diván.
Lo que hay
detrás de una canción monumental lo desgrana con bisturí puntilloso y
trascendencia desmedida Greil Marcus en Like a Rolling Stone. Bob Dylan en la
encrucijada: mejor pinchar a Dylan una y otra vez.
Volver a los
libritos de Stefan Zweig ayuda a borrar agrias sensaciones y a despejar el
juicio, pero Los milagros de la vida es su relato largo más flojo: por su espiritualidad
grandilocuente y su brillante léxico al servicio de una transformación extrema
con la que explicar los enigmas de la fe.
John Banville se
entretiene en El intocable con un dilatado relato de espías pulido con el
lustre de una prosa deslumbrante pero cojo por su falta de emoción. Ahora sí
vislumbro a Nabokov en la escritura juguetona del irlandés, su erudición y sus
argucias malabares.
Después de
lecturas fatigosas y decepcionantes aligeré el menú con Viajeras (Editorial La
Viajera), ameno y práctico manual que orienta a las mujeres a preparar y
afrontar viajes en solitario con el que no tuve por qué meterme en la piel del
otro género para (desintoxicarme y) dejarme llevar por el placer sin precio de
viajar.
Y pongo el
cierre (me sorprendo encadenando lecturas) con el abajo mencionado libro de
relatos de Raymond Carver.
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