sábado, 5 de julio de 2014

DESVARÍOS DE LA ESCRITURA


Escribir.
Resumir, informar, transmitir, compartir.
Hay libertad para todo.
Traducir un informe de gestión al lenguaje de un reportaje. Narrar las etapas de un suceso. Condensar los 90 (o 120) minutos de un partido de fútbol infumable en cuatro párrafos que envolverán pescado o recogerán mierda de perro. Contarle a los demás lo que yo pienso aunque a nadie le importe pero creer que a alguien le importa. Hacer literatura. Leer.
Palabras que se lleva el viento y desaparecen.
Contar de corrido, sin puntos pero con comas, lo que rodea a un hecho traumático en 58 páginas. Extender hasta las 400 y pico páginas cuatro historias entrecruzadas que ocurren en el espacio de tres días y que no tienen ningún encanto. Describir en tercera persona la insulsa historia de amor entre dos personas con lirismo pedante y empacho descriptivo. ¿A quién le importa?
Mauvignier. Ammaniti, Salter. ¿Y ahora qué coño voy a leer?

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