Cuán
sano, ameno, nostálgico y sobre todo entretenido es dejarse llevar
por las novelas de Nick Hornby. No necesita elogios de la erudición
ni favores del elitismo para reafirmarse (confirmárseme a mí) como
un excelente escritor. Obras como Alta fidelidad o Juliet, desnuda,
dos de sus trabajos más musicales, no tienen caducidad en el
catálogo de mis/nuestras emociones. Su
huella ha convertido a Hornby en un autor imprescindible.
Funny
girl, recién publicada por Anagrama, es su más reciente trabajo. No
me parece el más redondo, pero encuentro, y disfruto, las delicias
imperecederas que emanan de las ficciones de Hornby: frágil
inocencia, deleite de un oficio y pasión por la creatividad son
algunas de ellas. Barbara deja el norte y llega a Londres a mediados
de los años sesenta para convertirse en la encantadora estrella de
una serie de televisión; las personas que la rodean (actores,
guionistas, productores, agentes), cada uno con sus fuerzas y
abatimientos,
guiarán
a Barbara (y a nosotros los lectores) por
los raíles del éxito, de los cambios generacionales, del amor y de
la vida misma a través de los platós de televisión, los guiones y
las incertezas del ser humano.
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