domingo, 28 de diciembre de 2014

DICIEMBRE, 2014


Entremos en autores y estrenemos lecturas, nos decimos siempre tras consumir a los habituales, a aquellos en quienes solemos confiar. Diciembre apostó por esta apuesta diferenciadora. Dos mujeres: la fértil Joyce Carol Oates con una rareza gótica, El primer amor, perturbador cuento para que huyamos de quien se entrega demasiado a la fe y confunde sus senderos; Elena Poniatowska con Querido Diego, te abraza Quiela, desgarradora radiografía epistolar, al estilo de Carta de una desconocida (gracias María), del amor no correspondido por parte del desalmado Diego Rivera por Angelina Beloff.

Otra mujer entregada a la escritura, Iris Murdoch, ganadora del Booker Prize en 1978 con El mar, el mar. Larga, estilosa, detallista, pulcra, intensa, obsesiva, magistral. De cómo el aislamiento recrea nuestra existencia a su antojo, revive fantasmas y juega con ellos en esferas de realidad en continua fricción con deseos y ficciones. Asombroso festín del lenguaje.

Bruce Chatwin murió poco después de terminar Utz, la crónica de un coleccionista y sus caprichos y rigores para llenar su apartamento de piezas de porcelana. El Nobel Kenzaburo Oé convirtió La presa en su primera novela. La infancia observa con sus ojos limpios lo que los adultos estropean. Niños fascinados en una aldea japonesa con un inmenso prisionero negro capturado durante la guerra.

Al único autor repetido que el mes le concedió otra nueva oportunidad sin más resultado que el de la imposible conciliación fue a Philip Roth. Sale el espectro es un capítulo más de las obsesiones miserables de Zuckerman que promete al arrancar, en cuanto el personaje regresa tras un largo periodo a la civilización, y decae cuando Roth, como siempre, se ahoga en sus complejos de victimismo judío e invita a pasearse por la anodina trama a personajes sin fuerza ni interés.

Felices lecturas a todos en 2015.

lunes, 15 de diciembre de 2014

EL ESCRITOR APARTADO


Los escritores buscan el silencio del retiro, de un alejamiento provocado y purificador. Para explicarse. O para comprender. O para recibir el rayo huidizo de la inspiración con el que iluminan el camino por el que avanzar erguidos y el curso que siguen las ideas y las líneas con las que cuentan lo que está más allá de lo que ven y más dentro de lo que sienten. Un lago en el bosque, una cabaña en lo alto de un acantilado, un balneario en la cima de un valle, un viaje en solitario… Por eso en sus libros atribuyen a sus personajes sus propias jubilaciones y se muestran apartados y en su propio recogimiento.

En algún momento siempre entra uno de estos hombres y mujeres en estado de aislamiento en las lecturas que escojo. Queriendo o no. Alguien que recuerda un lejano amor, o los capítulos de una vida, o un talento malgastado. Alguien que escapa de sus semejantes y pone orden a su biografía, que persigue respuestas fugitivas o el modo de encontrarse a sí mismo. ¿En qué consiste si no la literatura?