martes, 26 de diciembre de 2017

'LIBRERÍAS' Y LIBROS

En las páginas de Librerías se puede viajar. Y pasar horas y horas entre letras y papel. Y soñar con épocas lejanas y tiempos cercanos a través de libreros, de viejos ejemplares apilados sin orden, de inmensas estanterías y millones de libros, de negocios tradicionales y nuevas cadenas de tiendas especializadas, de velas que iluminan la tinta y pantallas por las que el tacto parece irreal. Librerías, un ensayo de Jorge Carrión que fue finalista del premio Anagrama en 2013, es un placer vicioso para el turista literario que viaja hasta donde hay librerías viejas y nuevas que conocer para estampar la visita en su pasaporte; también para el apasionado amante de los libros de los que se siente devoto y que no puede viajar a todos esos lugares sino a través de su imaginación.

El recorrido que propone Librerías pasa por los orígenes de los templos sagrados del conocimiento y llega hasta nuestros formatos electrónicos, se detiene en países con sus tradiciones libreras y pernocta en un buen grupo de célebres y no tan célebres librerías en las que perderse y descubrir, en las que hacer y cuidar amistades y experimentar otro tipo de sensaciones cotidianas que enriquecen la intimidad de nuestra relación con los libros.
 
Con el año a punto de acabar, me permito compartir mis lecturas más satisfactorias de los últimos doce meses. Algunas ya han sido reseñadas aquí, como El Domingo de las Madres, Que el vasto mundo siga girando o El número 11; otras merecen este epílogo de recomendación que transmite placeres lectores con el que agradezco su arte y dedicación a Paul Auster (4 3 2 1), Arthur Hiller (En el punto de mira) y David Trueba (Tierra de campos).

Feliz 2018 a todos los lectores.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

ENCANTO DE COE

Me encanta este tío. Cuando termino una de sus novelas me propongo dedicarle una lectura obligada al año a Jonathan Coe, un viaje de lo más entretenido a sus historias de vías cruzadas, personajes que se columpian entre la ternura y el cinismo, la bondad y la arrogancia, y desenlaces conmovedores. De momento pospongo el ritual y lo voy haciendo cada dos años. Acabo de terminar El número 11, su undécima novela y la cuarta que leo tras las deliciosas The accidental woman, La lluvia antes de caer y La espantosa intimidad de Maxwell Sim. Cinco historias con vínculos sutiles confluyen de forma magistral en El número 11, subtitulada acertadamente Fábulas que ilustran la locura, donde caben los reencuentros de la amistad, las obsesiones enfermizas, la maldad humana, la crítica al sistema financiero, a la televisión y las redes sociales, la brecha entre clases, la añoranza y el terror.

Coe se desmarca de sus elogiados compatriotas británicos, no encaja en el aura de respetabilidad que desprenden las obras y las personalidades de Ian McEwan, Julian Barnes, Salman Rushdie, Kazuo Ishiguro, Graham Swift o Martin Amis entre otros, novelistas de generación que nada más tienen en común con el autor de Birmingham, al que siento más cercano al lector, como un afilado observador que saca punta a las debilidades del hombre sin renunciar a cubrirlos de caricias, y al que le salen obras entrañablemente divertidas. Me vuelvo a proponer otra lectura de Jonathan Coe en 2018. A ver.