lunes, 26 de diciembre de 2016

FIN DE TEMPORADA, LIBROS ABIERTOS

De nuevo en la librería, en compañía de cítricos que dan sabor a un té de la tarde, retomamos esos encuentros nuestros que exploran la atracción y el misterio de lo humano y lo divino. Rodeados de libros, desde luego, de páginas que nos llaman y que no terminaremos de abrir y de pasar. Un premio discutido, un autor maldito, una novela perdida, una lectura que algún día emprenderemos, miles de libros que quisiéramos tener y leer, miles que ya tenemos y hemos leído.

La cosa empezó hace mucho tiempo en la barra de un bar, allá donde los clientes quemábamos las horas entre películas, libros y discos. Aprendimos que nada es definitivo y que los ríos acaban siempre en el mar. Seguimos en una sala, antes y después de una película, hablando de aquello de lo que nadie más hablaba. Más tarde en aquel pub de Turnpike Lane o en un paseo por Alexandra Park, entre lo que no encontrábamos y lo que nos despejó el camino. Y después aquí de nuevo, cuando nos venga bien para comprobar que seguimos siendo los mismos.

Oona y Salinger (Frederic Beigbeder)
La ley del menor (Ian McEwan)
Manual para mujeres de la limpieza (Lucia Berlin)
Las uvas de la ira (John Steinbeck)
33 revoluciones por minuto. Historia de la canción protesta (Dorian Lynskey)

miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿ES ESTO LA LITERATURA?

En medio de todo este debate, a alguien se le da por pensar en Shakespeare y proponer un lúcida reflexión con la que no puedo estar más de acuerdo.


“Creo que se consideraba un dramaturgo. Sus palabras fueron escritas para el escenario. Con el significado de ser hablado, no leído. Cuando escribía 'Hamlet' estoy seguro de que estaba pensando en muchas cosas diferentes: ¿quiénes son los actores adecuados para estos papeles?, ¿cómo debería hacerse esto?, ¿realmente quiero establecer esto en Dinamarca? Su visión y sus ambiciones creativas estaban sin duda en la vanguardia, pero también había asuntos más mundanos que consideraba y trataba: ¿cómo será la financiación?, ¿hay suficientes asientos para el público?, ¿dónde voy a conseguir un cráneo humano? Apuesto a que lo más lejano de la mente de Shakespeare era la pregunta: ¿es esto literatura?
(...)
Como Shakespeare, yo también estoy a menudo ocupado con la búsqueda de mis esfuerzos creativos y tratando aspectos de los asuntos mundanos de la vida: ¿quiénes son los mejores músicos para estas canciones?, ¿estoy grabando en el estudio correcto?, ¿esta canción está en la clave correcta? Algunas cosas nunca cambian, incluso en 400 años. Ni una sola vez he tenido tiempo de preguntarme: ¿son mis canciones la literatura?”.

Del discurso de Bob Dylan leído en la gala de entrega de premios Nobel.


De haber existido el premio Nobel de Literatuta hace unos cientos de años, ¿alguien habría propuesto a William Shakespeare?

viernes, 18 de noviembre de 2016

LUCIA BERLIN Y LA AMARGURA DE LA VIDA


El descubrimiento editorial del año pasado en España (así lo promocionó la firma que le abrió las páginas al castellano, Alfaguara) es también para mí un glorioso hallazgo. Un alumbramiento, diría. El Manual para mujeres de la limpieza de Lucia Berlin (casi 50 relatos de los 76 que escribió en su vida, la mayoría en edad madura) es una obra desoladoramente hermosa, precisa como las anécdotas de Carver, desgarrada como las miserias de Bukowski, cruda como los dolores de Claudel. Pero merecen enterrarse estas u otras comparaciones; en serio, fuera con ellas… Berlin, no lo dudo, (su estilo rápido y continuo, la amargura prolongada, brutal a veces, que dejan sus puntos finales) es única.


Uno termina asombrado, conmovido, con la lectura de los relatos de Lucia Berlin, en los que sus personajes y ella se confunden, más bien se fusionan sin disimulo. La vida de esta mujer transcurre por los renglones de sus relatos: sus viajes, sus matrimonios, sus aventuras amorosas, sus frustraciones, sus combates contra el alcoholismo, la enfermedad, la familia, la soledad. Ella o sus mujeres entran y salen para trabajar, vivir y sobrevivir en las clínicas, en las lavanderías, en los bares, en las habitaciones, en los albergues, en las carreteras. Y las historias, retazos de una vida captados al vuelo, crecen con las palabras perfectas, sinceras, que evitan el adorno.


Sus allegados y descubridores lamentan que su obra no se hubiera conocido antes. Lo magistral, aunque llegue tarde, siempre es bien recibido.

domingo, 23 de octubre de 2016

ESCRIBIR PARA NADIE


¿Tú eres escritor?, me preguntaron hace poco. Bueno, sí, escribo todos los días, respondí. Porque trabajo en la redacción de un periódico, en una sección en la que a diario hay que buscar noticias, cubrir anuncios, hacer entrevistas y obtener datos para dar forma escrita a artículos y reportajes. Así que sí, soy escritor. No de literatura (salvo la que reposa algo celosa en mis cajones cerrados, que sí considero literatura), pero sí he convertido la escritura en una forma de vida, una vía como cualquier otra con la que presto un servicio (todavía no sé si útil o no) al ciudadano.


El caso es que esta semana me encargaron un reportaje a tres páginas sobre un asunto que, aunque estuvo estos días de actualidad y causó cierta polémica a nivel local y comarcal (los intereses políticos afearon una elogiosa declaración de intenciones por el bien de los vecinos), desde el primer día sabíamos (tanto yo como quienes me lo encomendaron) que apenas iba a ser leído el día de su publicación, el domingo; vamos, que si aún quedan lectores de periódico era poco probable que invirtieran un cuarto de hora del domingo en leerse el rollo genérico este que tanto lío ha provocado estos días. Tuve poco tiempo para recopilar información, leerla, condensarla, resumirla y dar forma a un reportaje lo más atractivo posible, un ejercicio periodístico entre los muchos que he hecho hasta la fecha que, en este caso, me produjo tanto hartazgo como frustración.


Toda esta historia para desahogarme en la libertad de estas pocas líneas. Para sobrellevar las decepciones que un trabajo que tantas veces me ha apasionado me deprime de un tiempo a esta parte. Que, en su irrefrenable evolución tecnológica hacia un futuro competitivo que lo distancia de sus fines originales, está maltratando mi relación diaria con la escritura.

miércoles, 19 de octubre de 2016

CRÍMENES. LA ELASTICIDAD DE LA JUSTICIA



¿Cómo de grave es el daño como para penar con severidad un crimen? ¿Merecen condena aquellos criminales que han cometido un delito empujados por fuerzas desesperantes ante situaciones personales insostenibles? Son solo dos preguntas entre las muchas que sugieren los once casos reales narrados por Ferdinand von Schirach en su primer libro, Crímenes. El jurista alemán (conocía su obra y no había leído nada hasta ahora) es un agudo y eficaz narrador. Recrea con concisión, con el rigor de un buen reportaje periodístico y la distancia justa para no juzgar los hechos, un manojo de casos que pasaron por su despacho. Fueron crímenes brutales, salvajes, macabros o incluso intentos que no acabaron en crímenes por poco; y sus autores (los que clavaron el puñal o los que fueron acusados de haberlo hecho sin que hubiera pruebas del todo evidentes) se vieron arrastrados a acciones violentas heredadas de su entorno o forzadas por el capricho de las circunstancias. En todos, la complejidad para extraer un veredicto pone de manifiesto lo resbaladizo que es interpretar los actos de los hombres cuando se someten a la Justicia, tantas veces ajena a la miserable fragilidad del ser humano.

viernes, 14 de octubre de 2016

LA PREPARACIÓN PARA LA MUERTE. ARENAS MOVEDIZAS

"Nunca es demasiado tarde para nada. Todo es posible todavía."

No me atrevía a entrar en este libro. Debilidades de la salud y graves amenazas en los diagnósticos me echaban atrás, me impedían compartir los últimos pensamientos de Henning Mankell, recuerdos viejos, nuevos, no tan nuevos y no tan viejos que arrojó el novelista y dramaturgo sueco a las páginas de estas Arenas movedizas poco después de descubrir que un cáncer no tardaría mucho en llevárselo. Resistió más de un año y medio, tiempo en el que armó esta terapia íntima, sin orden, caprichosa y efectiva, conmovedora muchas veces, en la que la vida y la muerte discurren unidas a lo largo del último paseo.

Aquellas amenazas, otro cáncer, nos trajeron una pésima noticia y de algún modo curativo y ya valiente me vi preparado para las arenas en las que Mankell se dejaba llevar con entereza y nostalgia en el viaje final. El autor vuelve a todas aquellas vivencias que formaron su personalidad, a momentos en los que pasó mucho miedo y pasiones de inmensa alegría, a reflexiones sobre la fragilidad de la vida, la inviolabilidad del tiempo y las huellas que dejamos. Por todos los continentes, con anécdotas cautivadoras, divertidas, entrañables o terribles, y el purificador hormigueo de que la vida es un milagro indefinible que no debemos desaprovechar. En paz se marchó, seguramente con una vida plena y satisfecha.

"En el fondo el hecho de ser es una tragedia. Nos pasamos la vida tratando de ampliar el conocimiento, el saber, las experiencias. Pero al final todo se perderá en una nada."

domingo, 2 de octubre de 2016

LA CURIOSIDAD Y LA HISTORIA. EL PAÍS DEL AGUA

Navegamos durante semanas, meses, sobre las olas cambiantes de una historia, de varias historias que conducen todas a una. No es una travesía tan larga como para que lleve tanto tiempo cubrirla y llegar a puerto, pero sí tiene sus marejadas, sus brújulas averiadas, un desconcierto que enlaza y entrelaza caminos. El libro es denso y curvado, por momentos diríamos que agotador, otras veces lo sentimos fascinante. Siempre, de algún modo extraño y caprichoso (y escrupulosamente conmovedor), nos parece prodigioso. A veces me dejo llevar más tiempo del habitual por una novela compleja y larga (bueno, 300 páginas en letra pequeña) sin saber bien cómo digerirla.

Leemos decir de El país del agua que es una de las novelas más celebradas de la literatura inglesa de la segunda mitad del siglo pasado. Su autor, Graham Swift, ganó el premio Booker por otra de sus obras, Últimos tragos, aunque parecen concentrarse en Waterland (1983) muchas cualidades merecedores de elogios y galardones mayores. Stephen Gyllenhaal la llevó al cine diez años después con Jeremy Irons encabezando el reparto en una versión que, creo recordar, poco me gustó.

Si no perdemos la curiosidad por conocer, seremos testigos y aprendices de la historia, proclama el autor. Y en la historia y las historias se recrea con diversión, placer y amplitud (lenguaje prolijo, enredos expresivos, numerosas acotaciones y paréntesis, puntos suspensivos, saltos temporales, discursos interrumpidos…) Swift en el marco asfixiante de las húmedas tierras de East Anglia. ¿Para qué? Para defender el peso de la historia, de las tradiciones contadas (lo que se dice y lo que se calla) durante generaciones y explorar con precisión una ardua trama dramática en la que el amor, el incesto, la fe, la soledad, la incomprensión y la enseñanza componen una historia de las que reposan rumiando tiempo después de cerrar el libro.

sábado, 30 de julio de 2016

FARIÑA, DROGA PERIODÍSTICA



El periodismo despeja la niebla que esconde el paisaje turbio. Abre los ojos a quienes no quieren (o no saben) ver. Informa, muestra y denuncia para que sus receptores interpreten y juzguen. Para que nada se olvide. Nacho Carretero ofrece una lección magistral de precisión narrativa, con un excepcional trabajo de recopilación, investigación y brillante exposición, en Fariña. Historia e indiscreciones del narcotráfico en Galicia (Libros del KO).

Fariña es un trabajo periodístico ejemplar y una dinámica lectura tan entretenida como escalofriante. El retrato riguroso que hace del tráfico de droga en Galicia desde la década de los ochenta del siglo pasado es terrorífico, brutal y desgraciadamente real. Aquello ocurrió y sigue ocurriendo: los pioneros del contrabando en Galicia, el tráfico de tabaco, el paso a la droga, los clanes, los capos, las operaciones judiciales, las condenas, el silencio en los pueblos de las Rías Baixas, las conexiones con la política y los políticos, las víctimas. Todo eso recoge Fariña con descarnada lucidez, con multitud de datos y nombres pero sin ninguna confusión y a través de material reunido muy bien masticado y testimonios de policías, magistrados, periodistas y vecinos.

Conozco a Nacho, aunque poco. Compañero de profesión, compartimos hace tiempo objeto de información (un equipo de fútbol que él venera y al que yo ahora le muestro, como mucho, indiferencia), él en su medio y yo en el mío. Pero pocas veces hablamos. Me alegra que haya hecho tantos kilómetros en otros medios, informado sobre historias que merecen ser contadas y publicado este libro.

sábado, 9 de julio de 2016

“EL ARDOR INGENUO DE LAS ALMAS SENCILLAS”

Los que lidiamos con las palabras una batalla permanente para hacernos entender bien, para dar en el clavo con los matices del mensaje, nos sobrecogemos cuando en las páginas de un libro que manoseamos en el parque las hojas nos ofrecen, con la precisión del matrimonio inquebrantable que forman uno o dos sustantivos con sus respectivos calificativos, las expresiones magníficas que nunca seríamos capaces de encontrar ni utilizar. Quiebros, trampas, misterios y magias del lenguaje.

En la descripción de los ritos que han definido la naturaleza de un lugar, la ciudad de Brujas, Stefan Zweig en sus viajes emplea “el ardor ingenuo de las almas sencillas” para referirse a la cualidad que es capaz de componer “la callada poesía de las cosas sagradas”. Sublime.

Yo llevo unas horas dándole vueltas al ardor y las almas, la ingenuidad y la sencillez, trasladando la extraordinaria combinación lingüística creada por el viajero Zweig a las innumerables acciones, actitudes y hábitos en los que somos capaces de incurrir los seres humanos.

miércoles, 22 de junio de 2016

FUNNY HORNBY

Cuán sano, ameno, nostálgico y sobre todo entretenido es dejarse llevar por las novelas de Nick Hornby. No necesita elogios de la erudición ni favores del elitismo para reafirmarse (confirmárseme a mí) como un excelente escritor. Obras como Alta fidelidad o Juliet, desnuda, dos de sus trabajos más musicales, no tienen caducidad en el catálogo de mis/nuestras emociones. Su huella ha convertido a Hornby en un autor imprescindible.

Funny girl, recién publicada por Anagrama, es su más reciente trabajo. No me parece el más redondo, pero encuentro, y disfruto, las delicias imperecederas que emanan de las ficciones de Hornby: frágil inocencia, deleite de un oficio y pasión por la creatividad son algunas de ellas. Barbara deja el norte y llega a Londres a mediados de los años sesenta para convertirse en la encantadora estrella de una serie de televisión; las personas que la rodean (actores, guionistas, productores, agentes), cada uno con sus fuerzas y abatimientos, guiarán a Barbara (y a nosotros los lectores) por los raíles del éxito, de los cambios generacionales, del amor y de la vida misma a través de los platós de televisión, los guiones y las incertezas del ser humano.