Inocente de mí. La verdadera belleza de los libros está en ellos, no en quien los guarda ni en las paredes que los protegen.
Cada vez que he ido a Oporto he paseado por diferentes calles sin siquiera tropezarme de casualidad con la librería Lello, una de las más hermosas del mundo, dicen. Esta vez sí tenía ganas de entrar, pasear por el interior y llevarme algún libro, aún sabiendo que el lugar se ha convertido en una atracción turística más de la ciudad, creciente además, hasta el punto que desde hace unos años la tienda cobra por entrar y descuenta luego el precio de la entrada del valor de la adquisición. Llegué temprano a su entrada, apenas una hora después de abrir, y me encontré ya con una larga cola de gente para acceder a la librería, y otra larga cola para comprar la entrada en las taquillas, situadas a la vuelta de la calle. Y jóvenes que se hacían fotos junto a imágenes de Harry Potter porque de la saga de películas se rodaron escenas en esta librería. Y libretas, bolígrafos, fotos, imanes, bolsos, carteras, tazas y todo tipo de souvenirs sobre la tienda. Y las mesas de una cafetería frente a las taquillas. Y desde fuera vi gente apretada en el interior pequeño de la librería, más preocupada de hacer fotos con sus móviles que de buscar o perderse en las estanterías. Y dije basta, me salgo de la cola, espantado con el mercantilismo zafio y global que ha conquistado este templo de la cultura y el saber.
Ya me compraré una precioso libro en una librería no tan preciosa de mi ciudad donde pueda pasear con tranquilidad entre los libros y sentirme verdaderamente solo.
domingo, 28 de octubre de 2018
martes, 9 de octubre de 2018
JAZZ GIOIA
Hace unos
cuantos años un buen amigo con el que compartía charlas sobre música y cine (y
salpicaduras de aborrecible fútbol) me recomendó leer a Ted Gioia. Él era (y
es) más aficionado al jazz que yo y por entonces yo empezaba a mostrar un interés
constante por explorar diversos caminos de esta fascinante música. El consejo
que me dio fue dedicarle una lectura a Historia del jazz, un grueso volumen que
no tardé en comprar y leer y, que me reveló con meridiana claridad y preciso
vocabulario no pocas claves para atender e intentar comprender los no siempre
fáciles misterios que plantea el jazz. Gioia, su autor, es un respetado y
prestigioso crítico e historiador de jazz, además de músico, y su criterio a la
hora de evaluar a autores, sus discos y composiciones, estilos o periodos del
jazz no merece dudas o discusión alguna. Sus juicios, además de bien
fundamentados, se ajustan a un equilibrio en el que nunca colisionan el crítico
riguroso y el apasionado cerebral, los terrenos tantas veces discrepantes de lo
objetivo y lo subjetivo.
A Gioia he
vuelto ahora para refrescar mis incursiones frecuentes en el jazz con un
volumen más delgado y sencillo, Cómo escuchar jazz, un libro que hace gala de
las mismas virtudes que su extensa profundización histórica. Parece un texto
escrito de memoria, sin apenas consultas para dar orientaciones clarificadoras
sobre el origen de esta música, su relación con otras corrientes, su lógica
evolución y los nombres fundamentales que la engrandecen. Es una obrita
ejemplar para principiantes y seguidores poco rigurosos, pero también para
quien desea ahondar más en esta música que cada vez le va gustando más.
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