viernes, 25 de octubre de 2013

LA LLUVIA ANTES DE CAER… LA VIDA EN NUESTRAS FOTOGRAFÍAS


Rosamond selecciona 20 fotografías de su vida y a través de ellas, de sus descripciones, de lo que enseñan y lo que esconden, le cuenta a Imogen, dondequiera que esté, su propia vida en una grabación que deja como último legado en sus horas finales en el mundo. Sus palabras moribundas relatan con un micrófono y unas cintas de casete una amistad desde la infancia, una ruptura, un amor, un paisaje, los vínculos de una familia, una tragedia, el abandono, la bondad, la soledad, el cariño y la falta de cariño, la inevitabilidad… Así hilvana Jonathan Coe La lluvia antes de caer, un giro en su obra satírica y humorística con una novela sorprendente, de una belleza cruel que se interna por las rendijas de nuestras entrañas y deja una huella abrumadora.

En algunos escritores británicos nacidos a mediados de la última década del siglo pasado se advierte una obsesión más martirizante que melancólica por rescatar de la memoria (real o ficticia) sucesos o vivencias que causaron perdurables conmociones. Se detectan en Chesil Beach (Ian McEwan) o El sentido de un final (Julian Barnes), incluso en El mar, del irlandés John Banville, excelentes obras éstas. También en el Coe de la hermosa y demoledora La lluvia antes de caer. Me dura el desasosiego, retornará a mí cada vez que recuerde esta historia o vea el canto del libro contemplándome desde la estantería.

jueves, 10 de octubre de 2013

ZWEIG… SER LEÍDO


El mayor premio, el premio más puro y originario, es ser leído.
En algunos autores encuentro la obligación personal de ser leídos y la voluntaria inclinación a recomendarlos. Acudo a las novelas cortas de Stefan Zweig con frecuencia, cada cuatro o cinco libros más largos que pasan bajo la lámpara durante el año. Es sano, medicinal, absorbente desde la primera frase, desvela las entrañas de la personalidad y la fragilidad del ser humano. Desde aquella primera lectura de un tirón de Carta de una desconocida, de madrugada en el interior de un coche, Zweig me llama a sus páginas. Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Ardiente secreto o Mendel el de los libros, alcanzan las alturas de aquella apasionada y resignada carta. ¿Fue él?, Leporella o Las hermanas dejan estupefacto.

La editorial Acantilado ha publicado gran parte de sus novelas cortas y algunas de sus obras más extensas, además de alguna antología. Zweig cultivaba el ensayo y la biografía, y sus viajes y ocupaciones le permitían penetrar con lupa analítica en el alma de las personas y en la realidad de las situaciones. Y compartirlo con una elegancia narrativa magistral. Su desesperanzado suicidio representa el agudo pesimismo que encierran sus historias. 

A Zweig, aconsejo, conviene tenerlo a mano.