viernes, 30 de mayo de 2014

MAYO, 2014


Lennon, el libro abajo comentado, fue mi reconciliación 'beatle' este mes de mayo. Retrospección entregada a la pasión, transformación perspicaz en el mito por parte de David Foenkinos.

Un trío británico para continuar. Acudo a menudo al grupo de novelistas ingleses consagrado a finales de siglo pasado, más que nada para pasearme por la isla y sus personajes, su idiosincrasia y su grisácea fascinación. Julian Barnes, Ian McEwan y Kazuo Ishiguro. De Barnes leo Antes de conocernos, no su mejor trabajo pero sí una obra intrigante y turbadora: el carrusel peligroso en el que entran los celos. A McEwan le dedico un viaje agradable en carretera para deslizarme por su última novela, Operación Dulce, ejemplar argumento de espionaje y romanticismo en la narración absorbente y un tanto ingenua de su protagonista femenina. Con Los restos del día regreso a la sensibilidad atemporal de Ishiguro y repaso la trama de la película en que hace años se convirtió esta obra: los recuerdos de un mayordomo y la defensa de la dignidad cuando se acerca a las horas de la noche.

Mi primer contacto con el último premio Nobel, Alice Munro, es Mi vida querida, su más reciente colección de cuentos. Conmueve el fatalismo de sus desenlaces, la insustancialidad de sus personajes, los imprevistos descorazonadores o traumáticos de cada historia y la desazón picante que deja la lectura rítmica de esta autora canadiense, observadora lúcida de las ideas y angustias que nos acompañan y no sabemos cómo expresar.

Un aperitivo. Antes de adentrarme un año de estos en Las correcciones o Libertad, despacho en menos de una hora Zona templada, ensayo-relato de Jonathan Franzen sobre la huella anecdótica que en su infancia dejaron las viñetas de Snoopy y Charlie Brown.

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