domingo, 27 de marzo de 2016

EN BUSCA DE NUESTRO TIEMPO PERDIDO


Entre guitarras azules y habitaciones con vistas se desprenden páginas atrapadas en la novela de nuestras vidas. Estamos todos en ella, saltando de capítulo en capítulo o desapareciendo ahora para reaparecer más tarde. Se abren recuerdos, olores y emociones que propicia un reencuentro: aquel pescado en una cena de verano, aquella hora interminable en la cola de la discoteca, la belleza de una joven eslovena (¿era eslovena?), el regreso al amanecer, la música que apretó nuestros lazos la noche siguiente en la playa. Ha corrido el tiempo sin darnos cuenta. Nos resistimos a su avance aunque en la pelea tengamos las de perder. Hoy deslizamos dos tres o cuatro veces la edad que nos alcanza o a la que nos acercamos para explicar por qué ya no nos vemos tanto, para justificar que encontramos mayores placeres en casa y en otras compañías. Flota el tiempo que creíamos perdido y que nunca se ha ido.

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