martes, 30 de abril de 2019

LA LIBERTAD DE LA AUTOCARAVANA, EN CAMPING-CAR

En la lectura de En camping-car me he reencontrado con el niño que fui. No por verme revivido en los recuerdos veraniegos de su autor en los viajes en su autocaravana familiar durante los años ochenta por el sur de Europa (mis rutas y vivencias fueron más modestas), sino por la sensación recuperada de los colores y olores, días y lugares de aquel tiempo que nos contempló en los veranos de nuestra infancia. Noches estrelladas desde el tejado del vehículo, comidas bajo el toldo en muebles plegados, recuerdos de cada estancia, visitas a museos, piedras enterradas, fruta, crema bronceadora, baños en la playa, juegos, comics...

La familia de Ivan Jablonka y otra familia amiga recorrían las carreteras de Portugal, España, Italia, Francia, Grecia y Turquía (años antes cruzaron el mapa de Estados Unidos) en una autocaravana Combi Volswagen que llamaban "el bus". Cada verano se entregaban a un ejercicio de autoconocimiento y realización, de madurez y aprendizaje. Aquella experiencia le proporcionó la libertad para alcanzar la felicidad ("¡Sed felices!", les ordenaba el padre al niño y luego adolescente Ivan en una viaje cuando no disfrutaban de la contemplación del paisajes a través de las ventanas) y años después, con la nostalgia de aquellos viajes y desde la perspectiva de aquellas emociones, reflexiona sobre la vocación, la familia, la educación, el progreso y el tiempo que nos revela cómo erámos y en qué nos hemos convertido.

Jablonka, parisino de origen judío, es profesor de Historia y en su libro, entrañable, de hondura grave y recuerdos livianos, ejerce de historiador de su infancia. Admite que sus libros son "varias cosas a la vez, historia, sociología, antropología, investigación, relato, bitácora, biografía, autobiografía, oración, literatura...". Una ruleta conmovedora que, en En camping-car, nos refleja tal como fuimos.

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