Esta
lectura viene a completar un recorrido, el que inicié hace muchos
años con 84, Charing Cross Road. Una vez conocí la película del
mismo título, en España llamada La carta final. Anne Bancroft y
Anthony Hopkins se escribían cartas con el Atlántico de por medio;
ella le pedía desde Nueva York libros en la vetusta librería de
ejemplares antiguos y raros donde él trabajaba, en el número 84 de
Charing Cross Road, en Londres, y él se los enviaba. Con los años, hasta veinte, trazaron una tierna amistad, con el placer de la lectura y la
exploración en obras incunables como pretexto; él reservado, ella impulsiva. El film me gustó y en mi primer viaje a Londres, a
comienzos de la década pasada, caminé por Charing Cross Road en
busca de aquel templo de los libros, pero me encontré con una
pizzería en el número 84. Años después asistí a una
representación teatral de la obra dirigida por Isabel Coixet
(oportunamente premiada estos días por su mediocre La librería, qué
coincidencia), con Carmen Elías y Josep Minguell como actores
principales. La pieza, sobre las tablas de un bello teatro, también
me gustó. Hoy termino de leer 84 Charing Cross Road, el librito
escrito por Helene Hanff, aquella atrevida lectora y guionista que compraba
libros por correo. Y confieso que este formato no lo he disfrutado. ¿Los años
transcurridos, la correspondencia en papel que hoy se olvida en
desuso, la plana simpleza de un lazo de unión entre dos personas
pese al intenso vínculo que crean los libros? Podría ser un poco de todo. Fin del
camino.
La paradoja de la historia, verídica, es que Helene no gozó de aprecio hasta la publicación del libro que recogía sus cartas con Frank en 1970, cuando los años anteriores había malvivido con el escaso éxito de sus escritos. La conversión de su libro en una obra de teatro y luego en una película convirtieron a Helene en una autora muy querida al que esos sentimientos llegaron tarde. En 1997 falleció sola en un asilo.
La paradoja de la historia, verídica, es que Helene no gozó de aprecio hasta la publicación del libro que recogía sus cartas con Frank en 1970, cuando los años anteriores había malvivido con el escaso éxito de sus escritos. La conversión de su libro en una obra de teatro y luego en una película convirtieron a Helene en una autora muy querida al que esos sentimientos llegaron tarde. En 1997 falleció sola en un asilo.
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