domingo, 4 de agosto de 2019

AMÉLIE

Puede ser que a veces nos puedan extraños prejuicios sin fundamento. Que nos hartemos de una imagen sin analizarla detenidamente; de un artista, de un concepto, una tendencia. Todo precisa más que una mirada superficial. Me pasa que me he hartado un poquito de ver cómo cada año Amélie Nothomb tenía una novelita nueva en las librerías, con ella, como casi siempre, como imagen de promoción de sus obras; ella y sus sombreros de otra dimensión, con su aspecto siniestro entre Mary Poppins y la Helena Bonham Carter sórdida de las películas de Tim Burton. Y el caso es que lo que he leído de ella no está nada mal, nada de otra galaxia pero más que correcto, apetecible en principio pero no del todo redondo ni en su exposición ni desenlace. Es de esa(o)s autora(e)s que me da pereza continuar porque me dejan a medio camino, sin hambre ni sed. 

He leído tres obras suyas, de la casi treintena que la tiene. Para quienes la conozcan y hayan leído de una manera próxima a la mía y tengan las mismas dudas, les recomiendo Antichrista, una perversa mirada metafísica sobre sí mismos en esa incierta posada de paso que es la adolescencia.

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