martes, 5 de noviembre de 2019

LAS PREGUNTAS DEL JOVEN COETZEE

"¿Es ese su problema, así de simple: que todo este tiempo ha sobrestimado su valía en el mercado, engañándose con la idea de que le correspondían las escultoras y las actrices cuando en realidad le corresponde la maestra de guardería del piso de protección oficial o la aprendiza de la zapatería?"

Es raro no sentirse en la piel de J. M. Coetzee en los años que rememora en Juventud, la segunda entrega de sus memorias noveladas, en las que sus días en Londres tras abandonar Ciudad del Cabo y una distante relación familiar, al poco de pasar de los 20 años, revelan al joven ambicioso y decidido pero también inseguro y descentrado que, en el fondo, hemos sido todos. Si algo sobresale en esta obra, este sumergimiento en los deseos, vocaciones, miedos y rutas variables de la juventud, son las numerosas preguntas que el autor se hace a lo largo del relato. Preguntas sobre lo universal y sobre lo mundano, desde lo trascendente a lo insignificante; sobre aquello a lo que me quiero dedicar y entregar, sobre a quién quiero encontrar, sobre un país en conflicto consigo mismo y una persona que no se encuentra a sí misma. 

Coetzee intercala sus preguntas, las que todos nos hemos hecho cuando no sabíamos aún ni quieres éramos ni qué queríamos para todo cuanto nos esperaba, con escenas vividas en aquellos años, a mediados de los sesenta, en un Londres gris pero seductor que crees que te va a conquistar y a definir pero que en realidad te convierte en el más anónimo de sus seres anónimos. Juventud (escrito un año antes de que su autor recibiese el Nobel de Literatura) son las memorias que todos guardamos desde hace tiempo en el cajón.

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