martes, 29 de mayo de 2018

EL TALENTO DE MRS. HIGHSMITH


Acudo a ella cada año, o casi. He leído la mitad de su obra. Sus tramas me encadenan con fuerza y tardo en escapar de sus nudos después de cada desenlace. Sus retratos profundos y precisos de la morbosidad humana proyectan reflejos de nuestros lados oscuros que me producen escalofríos y me sonrojan. Patricia Highsmith es de mis autoras favoritas. Su obra, su figura, su sello y su huella dejan en ridículo (con todo el respeto) a no pocas escritoras (y escritores) surgida(o)s en los últimos años bajo el siempre atractivo (y también decepcionante por encorsetado y reiterativo) paraguas de la novela negra.

De tan negra que es, negrísima, Patricia es malvada, cruel con sus personajes débiles y despiadada con sus lectores. A sus ojos, bajo su pluma, la moral queda enterrada por turbia finalidad de nuestros más radicales vicios. Este año he vuelto a Tom Ripley y me he decidido por su presentación, allá por 1955: A pleno sol, El talento de Mr. Ripley en su título original. Veía a Alain Delon y a Matt Damon en sus versiones para el cine mientras me devoraban los engaños y argucias de la trama urdida por el talento de Mrs. Highsmith. Maestra, dama y reina negra inigualable. Creo que este año repetiré.

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